En el contexto de la reactivación económica, es deseable incluir incentivos a la contratación laboral indefinida, reducción de costos patronales de seguridad social por bajos índices de rotación, y la combinación de estrategias de cuotas e incentivos y rutas preferenciales de acceso al empleo formal para grupos especialmente vulnerables (mujeres, jóvenes, personas con discapacidad).
La incertidumbre y la lenta recuperación a causa del Covid-19 marcará la discusión en el aumento del salario mínimo. Es clara la urgencia de generar mecanismos para generar empleos formales para lo cual los programas de subsidios a la nómina pueden ser cruciales. Pero esto debe acompañarse de instrumentos para generar incentivos temporales sobre los grupos más afectados con el fin de mitigar los efectos distributivos de la pandemia.
Por su parte, uno de los sectores con mayor impacto por la crisis generada por el Covid-19 es sector informal. Como resultado la balanza política de la negociación del salario mínimo podría cambiar, ya que más hogares están interesados en ayudas directas que incrementen su ingreso, y menos están pendientes del nivel salarial.
La pregunta sobre ¿Se puede pensar en un aumento con posibilidades de revaluar? Así como la pandemia ha sido atípica obligando a tomar decisiones en tiempo real y que cambian con la coyuntura, es posible reevaluar el aumento del salario de acuerdo con la recuperación al estado de la recuperación económica a mitad de 2021. Un aumento mesurado consecuencia de la incertidumbre y una re-negociación en función del balance del primer semestre 2021 puede ser un escenario que considerar.
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