LABOUR
Poner fin a las peores formas de trabajo infantil bajo el contexto del COVID-19
La crisis económica y sanitaria que deriva del COVID-19, puede ralentizar la progresiva disminución de la tasa de trabajo infantil dado el aumento en las cargas de cuidado familiares, los aumentos en las tasas de desempleo e informalidad en concordancia con la interrupción de los procesos educativos, el cierre de colegios y escuelas en el ámbito de la brecha digital. En este sentido, las brechas digitales profundizan las barreras de acceso a educación que demanda acceso no solo a equipos para la conexión sino a esquemas de formación de habilidades para su utilización.
La ausencia de amortiguadores sociales y esquemas de sustitución de ingresos en períodos de crisis presiona el recurso al mecanismo compensador de ingresos en los hogares del trabajo infantil.
El regreso a ciclo escolar de los menores que lo abandonaron en el contexto de la emergencia sanitaria, constituye uno de los principales en el contexto de la reactivación económica.
En la emergencia sanitaria ha aumentado el riesgo de que los niños, niñas y adolescentes inician sus labores antes de la edad mínima de admisión al trabajo, profundizando las desventajas educativas, lo que a su vez repercute en la restricción de sus posibilidades mejora y desarrollo.
La reducción/pérdida de ingresos familiares puede presionar el recurso al trabajo infantil como fórmula de salvaguarda en el acceso a bienes y servicios vitales.
La inclusión de normas de derecho suave como certificados o sellos que acrediten el respeto de los estándares sobre eliminación del trabajo infantil en las empresas y las cadenas de suministro de las empresas con incentivos para acceder a las certificaciones, contribuye a los esquemas de intervención y sanción legal que deben afianzarse para combinar esfuerzos que desincentiven el empleo de menores.
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